La Nicaragua de Ortega, China y su futuro

La relación que el clan Ortega Murillo trata de consolidar con China es desigual y subordinante, y en el largo plazo provocará consecuencias adversas para Nicaragua. Incluye oportunismo económico, alineamiento geopolítico anacrónico y un cálculo político equivocado.

Oportunismo económico

En el alineamiento con China y Rusia hay una mezcla de oportunismo económico y anacronismo geopolítico.  Daniel Ortega ha entregado su soberanía a Rusia, con convenios onerosos que no benefician al país, sino a la élite en el poder. El clan Ortega Murillo está convencido de que la consolidación de la relación comercial, de inversiones y préstamos con China, aunque no estimulen el desarrollo de Nicaragua, generarán los beneficios económicos que necesita para sostenerse en el poder.

Ya firmaron dos préstamos que suman más de 1 mil millones de dólares. Son para construir contenedores de gas y un aeropuerto, y la dictadura está convencida que este endeudamiento hará crecer los negocios de los integrantes de su círculo cercano; y a la vez, diversificará la dependencia externa, en momentos en que el endeudamiento del país con el Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE), excedido el límite establecido y sus opciones son limitadas.

En el corto plazo la dependencia comercial, especialmente a través de las importaciones y la inversión pública en construcción, garantizará el enriquecimiento de los “nuevos empresarios” que son parte del círculo de poder.

Pero en el largo plazo su futuro es incierto porque sin, alternativas productivas, seguridad jurídica y vínculos con Estados Unidos, la economía nicaragüense no se sostendrá. El menor crecimiento de las remesas que se proyecta a partir de 2024, disminuirá el consumo y la capacidad de importar bienes chinos. Además, la modernización económica y política de otras naciones, junto a la baja afluencia de turistas y la ausencia de comercio sólido, impedirán sostener el aeropuerto que planean construir con recursos chinos.

El endeudamiento que se está acumulando lo heredarán a quienes, en el futuro, asuman el poder tras la transición democrática.

Geopolítica de los 80

La visión de Ortega sigue apoyada en la ideología de la guerra fría que ya no existe. Rusia es un país dependiente de China, aún más desde su invasión a Ucrania: más del 30 por ciento de sus importaciones vienen de China y el 20 por ciento de sus exportaciones van a ese mercado.  Rusia no es la Unión Soviética, sino una reliquia económica con recursos energéticos y armas nucleares que usa para chantajear a un mundo que avanza en la dirección opuesta.

Ortega cree que al aliarse con China fortalece un círculo virtuoso de regímenes no democráticos, para combatir al imperialismo yanqui que detesta, aunque la mayoría de nicaragüenses lo admira.

De alguna manera China es la última opción para los dictadores.  Pero no es la primera.

Una China global, moderna

El cálculo político es erróneo. Ortega hace lo mismo que las más de treinta dictaduras que hay en el mundo: aumentar su dependencia comercial con China, porque esta no les condiciona la relación al respeto al Estado de derecho.

Sin embargo, los dictadores no entienden que China mide sus costos políticos y económicos con esmero.  Ahora no arriesga su ya teñida reputación no democrática y sus métodos turbios de comercio. Y su estrategia económica global está diseñada para hacer crecer la dependencia comercial y financiera del mundo democrático con ella.  Menos de quince países acaparan el 65 por ciento del comercio global de China, y todos son democráticos. Mientras tanto, las treinta dictaduras, incluida Rusia, Turquía, Corea del Norte e Irán, son representan el 10 por ciento del comercio total de China.

La estrategia global de china, su ABC que incluye: Inteligencia Artificial (AI), Cadena de Bloques o Blockchain, Biotecnología y Servicios de Computación o Cloud Computing, son prioridades que no caben en el mapa geoestratégico de dictaduras como las de Nicaragua. Por tanto, China prefiere a aliados como Argentina y no se arriesgará frente a Javier Milei con un pleito por Nicaragua.

En resumen, las decisiones del clan Ortega Murillo muestran una relación asimétrica de subordinación económica con altos costos para Nicaragua, y desincentivos para la inversión a largo plazo, porque los negocios con los chinos solo benefician a los corruptos. Mientras mineras como Calibre pueden irse, empresas estatales chinas llegan, pero el comercio del oro también disminuirá.

La Concertación Democrática Nicaragüense CDN-Monteverde considera que en la medida en que las importaciones chinas, que incluyen la instalación de grandes almacenes, desplacen a los comercios locales; y la dependencia financiera se asemeje al endeudamiento que acumuló Ortega durante su primer mandato en los años 80, y metió a Nicaragua en la lista de países pobres altamente endeudados, los nicaragüenses y la comunidad internacional comprobarán que la dictadura Ortega Murillo está dañando al país y agudizando las desigualdades.