La reelección de Nicolás Maduro a través del fraude electoral da un golpe material y simbólico a la soberanía y bienestar ciudadano de los venezolanos, y es una amenaza para otros países de la región. A la Concertación Democrática Nicaragüense, CDN-Monteverde le preocupa el curso que han seguido las elecciones presidenciales de Venezuela, y se ve reflejada en la lucha del pueblo venezolano que ansía recuperar la democracia a través de la vía pacífica, ejerciendo su derecho al voto en las urnas.
Lo que el fraude revela es que la apertura de los espacios políticos en Venezuela era una excusa aparente y funcional que, pretendía inhabilitar a varios candidatos presidenciales, inscribir una candidatura de la oposición y desarrollar una campaña electoral tanto en espacios físicos como digitales, solo con el propósito de legitimar un rechazo al voto soberano acompañado con represión.
La detención de políticos opositores y las amenazas a su integridad personal demostraban que el régimen de Nicolás Maduro no cedería ante la posibilidad de una transición de poder y que la participación popular era una fachada política para legitimar al régimen a través del fraude.
Desde la distancia la CDN-Monteverde fue testigo de cómo millones de ciudadanos venezolanos participaron en estos comicios, y según la información de encuestadores independientes se expresaron abrumadoramente a favor de Edmundo González Urrutia y el cambio que representa, no solo para los venezolanos en el país sino también para los millones que se han visto obligados a emigrar para huir de la represión de ese régimen autoritario.
Era de esperarse que el Consejo Nacional Electoral (CNE), controlado por el oficialismo, manipulara los resultados para beneficiar al régimen de Nicolas Maduro. Han montado un burlesco espectáculo para los ciudadanos venezolanos que ejercieron su derecho al voto y para la comunidad internacional, en el cual acusan a la oposición de presuntos “hackeos” y se han declarado ganadores sin presentar las actas electorales.
Tales acciones no pueden ser categorizadas de otra manera más que de un fraude electoral. Estos días son cruciales para el futuro de Venezuela y la región. La comunidad internacional de países democráticos tiene que dar un paso adelante y hacer lo posible para evitar que este fraude se consume
¿Qué representa la continuidad ? La prolongación del régimen autoritario de Maduro significa la agudización de una grave crisis humanitaria en Venezuela, caracterizada por mal manejo económico, la escasez de alimentos, medicinas y servicios básicos, y la ausencia de seguridad ciudadana y jurídica.
Esta situación afecta directamente a la población venezolana, que seguirá sufriendo estragos de vulnerabilidad económica o se verá forzada a emigrar masivamente a Colombia, Brasil, Perú y otros países de América Latina, e incluso a Estados Unidos. Una nueva oleada migratoria provocará una presión enorme sobre los sistemas de salud, educación y servicios públicos de los países receptores, que deberán enfrentar desafíos logísticos y financieros para atender a los migrantes.
Además, los flujos migratorios no controlados y la posible infiltración de elementos criminales pueden desestabilizar la seguridad en los países vecinos. Esto se manifiesta de múltiples formas, por ejemplo en un incremento de las actividades de crimen organizado transnacional, incluyendo el tráfico de drogas y armas, lo cual representa un desafío adicional para la seguridad.
El régimen de Maduro ha llevado a Venezuela a un aislamiento diplomático significativo, afectando las relaciones bilaterales y multilaterales en la región. Los países vecinos que se oponen a Maduro enfrentan retos diplomáticos y económicos al tratar de balancear su postura frente a Venezuela.
Además, la continuidad de Maduro recuerda la razón de ser de este sistema, el cual opera a través de operaciones ilícitas con el crimen organizado que ahora trata de extender y fortalecer a través de alianzas geopolíticas con otros países no democráticos o con intereses opuestos a los de las democracias occidentales, como China e Irán, que afectan el equilibrio de poder en la región.
La permanencia de un régimen que viola sistemáticamente los derechos humanos desafía los esfuerzos colectivos para promover y proteger los derechos humanos en América Latina. El mantenimiento de un régimen autoritario en Venezuela puede influenciar negativamente a otros países de la región, contribuyendo a la erosión de valores democráticos y fortaleciendo tendencias autoritarias.
Ante este escenario, los países vecinos y la comunidad internacional deben desarrollar estrategias conjuntas para mitigar los efectos negativos del régimen de Maduro. Esto incluye políticas migratorias coordinadas, sanciones económicas dirigidas y apoyo a iniciativas democráticas dentro de Venezuela.
Para la CDN-Monteverde es vital cerrar filas con una comunidad de países, sociedades y movimientos democráticos para prevenir más autoritarismo en Venezuela. Hacemos un llamado urgente a todos los países democráticos de la región y del mundo para que se unan en una acción concertada y decisiva frente a la crisis en Venezuela. La continuidad del régimen de Maduro no solo perpetúa el sufrimiento del pueblo venezolano, sino que también representa una amenaza significativa para la estabilidad política, económica y social de toda América Latina y más allá.
Multidimensionalidad Colectiva Para Enfrentar los Desafíos a la Democracia
Desde la Concertación Democrática Nicaragüense, CDN-Monteverde hemos reafirmado los compromisos políticos y legales adoptados por los Estados miembros de la Organización de Estados Americanos referidos a la democracia. Reconocemos el espíritu plasmado en la Carta Constitutiva de la Organización de los Estados Americanos (OEA), en que se “reconoce que la democracia representativa es indispensable para la paz y el desarrollo de la región”, por tanto, es loable que se promueva y consolide.
Además, reconocemos el aporte de la resolución 1080 sobre Democracia Representativa, y en particular el compromiso asumido con la Carta Democrática Interamericana, que considera que la cooperación entre los Estados americanos se realiza “sobre la base del ejercicio efectivo de la democracia representativa”. Pero también creemos que es tiempo de trasladar a la acción lo que está plasmado en el papel.
Para la CDN-Monteverde esto es una cuestión de creencia, convicción y experiencia, Nicaragua no es ajena a las crisis que desencadenan eventualmente en el deterioro democrático. Latinoamérica ha vivido en los últimos años dos crisis de orden sociopolítico, la nicaragüense y la venezolana, en ambas se han violentado los derechos humanos, el Estado de derecho y los regímenes de ambos países que son repudiados por sus pueblos, han irrespetado los procesos electorales de una manera aberrante para perpetuarse en el poder.
En el caso de Nicaragua, en 2018 tanto la OEA como la Organización de Naciones Unidas (ONU), validaron in situ que producto de una crisis sociopolítica, el régimen Ortega Murillo asesinó a más de 300 personas, encarceló y torturó a miles y rompió el orden constitucional. Solo tres años después, previo al proceso electoral del 2021, encarceló a los precandidatos independientes; eliminó a los partidos políticos opositores; encarceló a los lideres de todos los sectores de la sociedad; y borró de un plumazo todos los derechos cívicos de los nicaragüenses, convirtiendo así las elecciones en un mero trámite para mantenerse en el poder. No olvidemos que desde las elecciones del 2016 no presentó todas las actas de votación.
Pero no los abusos no quedaron ahí, en los últimos años, pasó por encima de la libertad política, de la religiosa, de la de asociación, de la educativa y de la libertad de prensa.
A pesar de todo esto, la respuesta de la comunidad internacional no ha sido suficientemente fuerte para detener estos abusos y revertir el daño provocado al país. Lo que se ha hecho en realidad, han sido esfuerzos unilaterales y dispersos.
Lo lamentable es que se estableció un precedente que se está replicando en otros países de la región. Muestra de ello son las leyes antidemocráticas que está copiando Honduras y la misma dictadura cubana, o lo que acaba de vivirse en Venezuela, que es una copia actualizada de lo que sucedió en materia electoral en Nicaragua.
Fue hasta la reciente Asamblea General celebrada en Asunción, Paraguay que los países miembros de la OEA, de manera unánime condenaron el caso de Nicaragua. Por primera vez no se necesitó votar en una resolución donde todo el continente condenó los abusos, atropellos y violaciones del régimen nicaragüense. Tomó 6 años para que se lograra esto, pero a un alto costo para los nicaragüenses.
Actualmente Venezuela vive un proceso similar y debemos aprender de las lecciones que nos han demostrado que se debe actuar oportuna y colectivamente.
La CDN-Monteverde lamenta y rechaza que la resolución del 31 de Julio sobre la publicación de las actas electorales de Venezuela no se aprobara; y ve ese fracaso como una forma de silenciar las voces del pueblo venezolano. La decisión de los países que impidieron que se aprobara la resolución va en contra de los Convenios y Acuerdos democráticos dentro del sistema Interamericano, y atrasa la búsqueda de una solución a una crisis que en la medida en que se alargue, resultara en más muertes, encarcelamientos y en el aumento de la polarización en el país.
La CDN-Monteverde llama a los países que se abstuvieron de votar y a los que no estuvieron presentes en la sesión, a no esperar seis años como en el caso de Nicaragua, para actuar y votar correctamente. Además, reitera la obligación legal y política de los Estados miembros, de asumir la responsabilidad colectiva de promover el retorno de la democracia en Nicaragua y en Venezuela, desde un enfoque multidimensional, que puede empezar por una verdadera presión para que se respete la voluntad soberana de los nicaragüenses y los venezolanos.
Tal como lo expresó la última resolución aprobada sobre el caso de Nicaragua, el llamado es a la acción en los diferentes campos que permitan detener estos abusos. Lo que ocurre en estos países además de un retroceso democrático, es un atropello a la dignidad humana de los pueblos, la CDN-Monteverde quiere y llama a poner un alto, y advierte que de no hacerlo la ola autocrática seguirá creciendo y provocando graves estragos en la región.