Francisco, el papa de los excluidos, pobres y oprimidos, siempre mantuvo a Nicaragua en un lugar privilegiado de su corazón y de sus oraciones. Compartía con Nicaragua una especial veneración por la Inmaculada Concepción de María, a quien siempre mencionó en sus alocuciones sobre la crisis nicaragüense. Su cercanía con nuestro pueblo la demostró especialmente a partir del estallido de la violenta represión de 2018 que provocó más de 350 asesinados.
Desde entonces y hasta poco antes de enfermar en febrero del 2025, Nicaragua, el país con la peor persecución religiosa del hemisferio occidental y de las mayores del mundo, fue una herida abierta para su santidad.
Según el informe Una Iglesia Perseguida, entre 2018 y el año pasado el régimen Ortega Murillo desterró a cuatro obispos y unos 150 sacerdotes, algunos de ellos después de mantenerlos encarcelados. También expulsó al nuncio apostólico Waldemar Stanisław Sommertag y mantiene congeladas las relaciones diplomáticas con el Vaticano; obligó a congregaciones religiosas a salir del país y confiscó sus bienes, las celebraciones religiosas, incluidas las procesiones están prohibidas y los sacerdotes son acosados en sus templos.
La represión nunca antes vista es en respuesta a la valentía de los representantes de la Iglesia católica, que han expresado la necesidad de un diálogo serio y respetuoso que contribuya a encontrar una salida pacífica a la grave crisis que enfrenta Nicaragua.
Desde 2018 la cercanía del papa Francisco con Nicaragua lo llevó a elevar su voz, no una sino varias veces. En abril de 2018 dijo: “expreso mi cercanía con este amado país y me uno a los obispos para pedir que cese toda violencia, se evite un derramamiento inútil de sangre y que las cuestiones abiertas se resuelvan pacíficamente, con sentido de responsabilidad”.

Pidió respeto por la libertad
Siempre llamó a la dictadura Ortega Murillo a respetar la libertad y la vida de los nicaragüenses y oró por las víctimas y sus familias. En agosto de 2020 expresó: “pueblo nicaragüense os soy cercano y rezo por vosotros”. Siempre estuvo dispuesto al diálogo a pesar de no aprobar todo lo que la dictadura exigía, particularmente cuando el Vaticano abogaba por los presos políticos y los religiosos encarcelados y en su momento externó: “En Nicaragua las noticias son claras, hay un diálogo, se ha hablado con el Gobierno. Hay diálogo, pero eso no quiere decir que se apruebe o desapruebe todo lo que hace el Gobierno”.
En febrero de 2023 lamentó la condena arbitraria de 26 años de cárcel que le impusieron a monseñor Rolando Álvarez y el destierro y despatriación de 222 presos políticos, pidió por ellos y por todos los que sufrían en Nicaragua. Le pidió a la Virgen que abriera los corazones de los responsables políticos para la búsqueda de la paz que nace de la justicia, la verdad, la libertad y del amor, y reiteró que sólo se llega a ella a través del ejercicio paciente del diálogo.
Su voz de líder mundial de la Iglesia y guía espiritual de los católicos del planeta se alzó fuerte al denunciar a la dictadura de los Ortega Murillo como grosera y la comparó con las dictaduras de Hitler y otros comunistas del siglo pasado; incluso, llamó a Ortega desequilibrado mental.

El papa habló claro y alto
Nunca antes un papa habló tan claro y alto para referirse a un régimen tan brutal como el de los Ortega Murillo. Tanto así que desató la furia de los dictadores que respondieron con improperios y acusaron de mafiosos al papa y la Iglesia.
El papa Francisco llevó a su tumba su infinito amor por los que sufren en el mundo y en particular en Nicaragua. En su carta pastoral de diciembre de 2024, nos hizo llegar su cercanía y la seguridad de que rogaba incesantemente a la Virgen que nos consolara y acompañara. “Quiero decirlo con fuerza, la madre de Dios no cesa de interceder por ustedes, y nosotros no dejamos de pedirle a Jesús que los tenga siempre de su mano…”, escribió en la carta.
Para la Concertación Democrática Nicaragüense (CDN) el testimonio de ese amor por Nicaragua quedó sellado con sus propias palabras, en el testamento de la obra que nos dejó como legado y el amor al prójimo que nos inculcó. Ahora que no está, a los nicaragüenses de buena voluntad eso nos inspira para seguir luchando por la justicia, la libertad y la paz hasta lograr la Nicaragua que todos anhelamos. Gracias papa Francisco por llevarnos en tu corazón y seguir intercediendo desde lo alto por tu pueblo mariano.
La soledad de la dictadura Ortega Murillo

En la recién pasada cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC)
—uno de los pocos espacios donde Nicaragua todavía participa—, se evidenció una vez más el aislamiento internacional de la dictadura Ortega Murillo, que como resultado de sus actos, ha construido una imagen negativa que provoca el repudio de la comunidad internacional, incluyendo a países que en el pasado se identificaron con la revolución nicaragüense de 1979.
Llamó la atención el hecho de que Nicaragua no recibió respaldo para las posiciones y propuestas que presentó en la Cumbre de la CELAC, celebrada el recién pasado 9 de abril en Honduras, foro donde tradicionalmente la dictadura tenía amplia acogida y apoyo, y donde no participa Estados Unidos ni Canadá, países a los que tendería a responsabilizar por el rechazo que recibió en ese espacio integrado por un grupo significativo de países que promueven el socialismo del siglo XXI.
Algunos analistas quisieron ver la protesta del vetado candidato a secretario general del Sistema de Integración Centroamericano (SICA), canciller Valdrack Jaenstchke, como una simple controversia con la presidenta de Honduras, Xiomara Castro que actuó como presidenta pro tempore de la CELAC. Sin embargo, a través de un extenso mensaje publicado el mismo 9 de abril, los dictadores nicaragüenses se encargaron de aclarar que en realidad lo ocurrido reflejó una diferencia sustancial con la declaración aprobada en la Cumbre, e insistieron en que “No hubo, ni hay consenso”.

Pretenden dar lecciones
En su comunicado de reclamo los dictadores, Daniel Ortega y Rosario Murillo, pretendieron dar lecciones al resto de países miembros de este foro; les recordaron los supuestos principios básicos construidos a través de los años, que soportan la pretendida unidad de la patria grande latinoamericana y caribeña. Además, dejaron entrever que esos principios se obviaron durante la Cumbre celebrada en Honduras, especialmente al no destacar en la resolución emitida, a como ellos deseaban, las agresiones y medidas coercitivas contra Venezuela, Cuba y Nicaragua.
La dictadura pretendió justificar la crisis migratoria que ellos mismos provocaron al imponer un régimen totalitario y represivo, pero que atribuyen al injusto orden mundial y avaricia de los países desarrollados.
Los Ortega Murillo denunciaron a través de su mensaje, “la actitud de unos cuantos países que actúan con el propósito de reducir y diluir los principios, acerbos y rica historia de nuestra CELAC”. Aseguraron que los tienen identificados por haber trazado líneas rojas a sus esfuerzos, rechazaron los intentos de menoscabar los ideales que ellos y sólo ellos pretenden representar y los tildaron de saboteadores.
Los Ortega Murillo pretenden justificarse al asumir posiciones extremas en el tema de los aranceles que promueve el presidente estadounidense Donald Trump y dejaron entrever su total alineamiento con la República Popular de China. Invitaron a la CELAC a abrir nuevos puentes de cooperación con esa nación, con la que ellos están desarrollando una alianza estratégica y a la que sirven de peones para consolidar sus intereses en la región.

Demuestran su aislamiento
Para la Concertación Democrática Nicaragüense (CDN), es obvio que Ortega y Murillo resienten el aislamiento creciente que ellos han provocado al convertir a Nicaragua en un Estado forajido, autor de graves crímenes contra el derecho internacional.
Esto hace difícil que países que se respetan a sí mismos puedan verse identificados con las posiciones o peor aún con un pretendido liderazgo de la dictadura nicaragüense, que ya no goza del reconocimiento por una posición ideológica progresista en beneficio de las mayorías, sino que se ha convertido en la más cruel dictadura de las Américas. Dictadura que se caracteriza por perseguir a toda voz crítica, negar los derechos humanos a sus ciudadanos, aprobar una Constitución que rompió con la tradición latinoamericana de la división de poderes y ensalzar el totalitarismo como forma de gobierno propicia para consolidar una dinastía familiar que abusa del poder para enriquecerse.
El comunicado publicado por los Ortega Murillo a raíz de la Cumbre de la CELAC, es sintomático de su aislamiento, acrecentado incluso por obviar en todas sus comunicaciones el cuidado especial que requiere el lenguaje diplomático, donde no deben existir expresiones ofensivas ni confrontativas; pero al incluirlas demuestran que no son capaces de transmitir mensajes difíciles que mantengan el respeto y la posibilidad de diálogo, ya que pretenden trasladar a los demás sus propios fracasos.